BREVE HISTORIA DEL VALLENATO
Lamento desilusionar a quienes creen que con la llegada del Acordeón a Colombia nació la música vallenata, la fusión triétnica ocurrió mucho antes de haberse creado el acordeón; a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando ocurrió la llegada del instrumento alemán a nuestro suelo, los historiadores dan cuenta de por lo menos 300 años de vida del canto vallenato acompañado con una organología autóctona conformada por tambores negroides, guacharacas y flautas del indio chimila.
Las tres etnias que conforman el vallenato debieron surtirse de diversos instrumentos de todos los tipos antes de llegar a la trilogía que hoy conforman la base de esta música (Caja, Guacharaca y Acordeón) así instrumentos como la flauta de todas las variedades, la dulzaina o armónica, mas conocida en la región caribe como violina, la guitarra, las maracas y muchos otros contribuyeron a la riqueza ancestral del vallenato.
El canto vallenato de indiscutible origen europeo y mas exactamente español, aunque algunos pretendan ocultarlo, es a nuestro juicio la columna vertebral del vallenato y la décima española, es decir las estrofas de diez versos, que se cantaban sin ningún acompañamiento por poetas que en sus improvisaciones le cantaron a lo divino y humano, se pasearon por toda la costa caribe y se señorearon en el fértil valle de upar.
El acordeón es entonces el mas joven de los integrantes de la trilogía vallenata y fue inventado y patentado en Alemania por Kiril Damian en 1829, llegó a Colombia como una mercancía mas, pero los dedos inquietos de los músicos del valle lo transformaron de instrumento solitario a liderar la organología autóctona de lo que hoy es el Vallenato.
EL VALLENATO Y SU HISTORIA
Lo que hoy se conoce como folclor Vallenato nació en las sabanas, caminos y pueblos perdidos de la Costa Norte de Colombia.
Su difusión se le debe en sus principios a los moradores de la región, que aún sin tener una preparación académica de acordeón, aprendieron a amansarlo para acompañar a los instrumentos de percusión que ya dominaban, y que les servía de fondo y de acompañantes para exteriorizar todos los demonios que tenían dentro en forma cantada, para entregar un recado, para dar una mala noticia o confesar sus amores.
Dagoberto Puello afirma en su Historia del vallenato que “con muy contadas excepciones, aprendieron a tocar (interpretar) el acordeón, pese a desconocer en absoluto las notas del pentagrama musical. Su aprendizaje se hacía por «oído» y practicaban a diario, bien en el cambuche (Rancho) de su huerta (también la llaman rosa) o en el extenso patio de la casa en los pueblos”.
Francisco «El Hombre», cuyo verdadero nombre era Francisco Moscote, era un “mensajero” que hacía la ruta entre los pueblos de las sabanas del Cesar y La Guajira a lomo de burro, llevando las noticias y recados al pueblo donde llegaba, que le entregaban en el pueblo que acababa de visitar. Llegaba al centro del pueblo, en la plaza, y comenzaba a tocar su acordeón y a cantar las noticias y las “razones” que le interesaban a la gente que al escuchar las notas del acordeón de Moscote, salían corriendo para la plaza a ver si las noticias cantadas traían alguna esperanza de algún familiar del que no tenían noticias.
Cuenta la tradición que en una de su corredurías, Francisco Moscote se encontró en el camino con el mismísimo Diablo, quien lo retó a tocar el acordeón, a ver cual de los dos lo hacía mejor, la leyenda dice que Moscote le ganó al Diablo tocándole el “Credo” al revés, y como la contienda fue debajo de una palmera, ésta quedó chamuscada cuando el Diablo se fue vencido y mal geniado. Debido a todo lo anterior, se asigna a Francisco Moscote como el precursor de la música vallenata.
El acordeón encontró buena acogida en las clases populares donde se convirtió en pieza fundamental para las parrandas. Naciendo entonces ritmos que el pueblo bailaba acompañados por la música de acordeón, como el chandé, el pajarito, la colita y otros más. Otros ritmos que en las sabanas de Bolívar y Sucre se interpretaron con este instrumento sonoro, fueron El porro y la Cumbia.
Las canciones que se escuchaban en esa época, eran interpretadas con guitarras, y maracas. Tal vez parodiando a las grandes agrupaciones musicales de las Antillas, que eran aceptadas a gran escala en todas las clases sociales. Pero cuando el acordeón entró a reemplazar a la guitarra o a acompañarla, se consiguió una tonalidad musical que fue aceptada por un grueso número de pobladores.
Las agrupaciones que nacían se caracterizaban porque el acordeonero era el mismo cantante y se hacia acompañar de una caja y una guacharaca. La primera que es un tambor pequeño con cuerpo de madera tallado en su interior y con un parche que para entonces era de cuero, primordialmente de «Cuero é Chivo»; algunos cajeros utilizaron Cuero de Perro, siempre buscando una mejor sonoridad. Hoy en día La Caja posee un cuerpo bien moldeado y su parche es especial, se utiliza el plástico. La guacharaca se hace de una mata (arbusto) que se conoce con el nombre de «lata de púas». Se corta un trozo de unos treinta a cuarenta centímetros y se le saca el centro del tallo que es blando, quedando como una canal. En su «lomo» se tallan varias ranuras, que al ser frotadas con un trinche especial de metal, produce su sonido característico. En la actualidad ha sido reemplazado por los de metal, siempre buscando un mejor sonido, pero en el Festival Vallenato se exige el de madera. Su nombre proviene de un ave que en la Costa Atlántica, canta en las serranías y que es «ave de buen agüero» para los campesinos, su canto se asemeja un poco al sonido de ésta. Es el único instrumento autóctono con que cuenta la música de acordeón, ya que los otros son foráneos: El acordeón es de origen Alemán y la caja de origen Africano.
La historia narra que cuando la plena bonanza de la Zona Bananera en el Departamento (provincia) de Magdalena, allí se reunían los jornaleros de todas la regiones a trabajar con la Compañía Frutera de Sevilla como cortadores, labradores y transportadores del banano de exportación. En los campamentos nacían nuevas amistades, la primera pregunta que le hacía a quien se acababa de conocer era: “y usted de donde es compa”..?. La respuesta era de acuerdo a la región de procedencia. Yo soy Bolivarense, yo soy Guajiro… Yo soy nato del valle…Esta última era utilizada por los oriundos de Valledupar, quienes querían decir que eran nativos del Valle. La descomposición de esta frase dio origen al termino «VALLENATO», que luego fue adaptado a la música de acordeón de aquella región. Empezaron algunos conjuntos a utilizar el término. Pero el termino Vallenato también era despectivo. Se les aplicaba a aquellas personas que tenían manchas blancas en su piel (vitiligo) y se consideraba una enfermedad de la clase baja.
Uno de los escenarios donde empezó a codearse el vallenato con la música que escuchaba y bailaba la burguesía -valses, mazurcas, canciones napolitanas- fue en el de las colitas. Era este el nombre que recibían las «colas» o finales de fiesta de la clase adinerada: bodas, bautizos, cumpleaños, festejos religiosos… Durante el sarao, mientras los señores se divertían con la música europea que interpretaba una precaria orquesta provinciana.
Algunos investigadores, como el expresiente López Michelsen, afirman que estos remates de fiesta fueron el pabellón de maternidad del vallenato, pues combinaron ritmos europeos y nativos: entre ambos dieron a luz los aires vallenatos. “Las colitas son el ancestro directo del vallenato moderno”, afirma el expresidente colombiano.
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He leído que tocar un instrumento relaja el alma. Siempre he querido tocar uno. Me llama mucho la atención los instrumentos de viento como las flautas traveseras. Quiero comprarme una y me han recomendado esta web ¿La conocéis?
muy buena investigación, aunque entre el inicio del vallenato con flautas, tambores y la llegada de el acordeón este genero se hizo fuerte con la guitarra durante mucho tiempo, luego la inclusión de la violina y ahí si posteriormente el acordeón.