Una mujer de 50 años sufre un cuadro agudo y es sometida a una cirugía de útero de urgencia…
Mientras está en la mesa de operaciones tiene una experiencia cercana a la muerte: ve a Dios, y le pregunta si en verdad va a morir.
Dios le dice que no, que va a vivir 30 o 40 años más.
La mujer se recupera y decide aprovechar ya que está en el hospital para hacerse una liposucción en los muslos y abdomen.
Después de 2 semanas de recuperada y luego de 120 sesiones de masaje y gimnasia modeladora, reingresa para una cirugía estética:
se levanta el pecho, se arregla la nariz, se pone un poco más de trasero, silicona en los labios, fuera las arrugas y patas de gallo.
También microcirugía de várices, se engrapa el estomago para comer menos, se saca las dos costillas inferiores para afinar el talle y toda otra cosa posible para verse más joven y bonita ya que tiene tantos años por delante.
Cuando por fin sale del hospital luego de su última operación, cruza la calle, la atropella una ambulancia… y se muere!!!
Otra vez frente a Dios le pregunta indignada:
‘¿¿¿Pero por qué me hiciste esto??? ¿¿¿No que iba a vivir 30 o 40 años más…???’
Dios la mira perplejo y le dice:’¡¡¡Guevona, TE JURO QUE NO TE RECONOCÍ…!!!’